El sábado pasado nos juntamos un grupo de amigos y partimos de expedición a uno de los locales más míticos de Santiago, conocido por su "nombre artístico" de El Hoyo, apelativo que además da para una cantidad infinita de chistes en doble sentido... jejejejeje.
Llegando al local, nos encontramos con un panorama bastante desalentador, debido a que habían filas de personas tratando de entrar, sin embargo, después de movernos sigilosamente a otros sectores del local, dimos con una familia a la que le hicimos guardia hasta que se fueron, asegurando la mesa para el total de comensales... mientras entretuvimos la vista viendo pasar a los mozos con jarrones de terremoto (trago en base a pipeño con helado de piña), perniles o arrollados con papas y las contundentes raciones de papas fritas o arroz... un paisaje alentador considerando el hambre que llevábamos...
Al sentarnos llegó el mozo a atendernos, que me miró con cara de espanto cuando pedí un "agua mineral sin gas" para beber, pensando "puta el cínico de !"#$%&/(...!", pero en fin, cuando almuerzo no bebo cosas con gas, y como además no bebo alcohol, cuesta que me crean a veces... siguiendo con nuestra orden aparecieron los terremotos, réplicas (vaso más chico del terremoto), plateadas con arroz y papas fritas (padre, confieso mi pecado) y el más grotesco de todos, el mítico "Pernil con papas cocidas", desafío abordado por mi compadre Racuna... sin saber a la bestia que había liberado...
Cuando llegaron los platos, de inmediato todos nos concentramos en el pernil, digno rival de Pedro Picapiedras, se veía imponente, mi compadre respiró profundo y se puso manos a la obra, mientras todos le dábamos ánimo, considerando que los nuestros parecían canapés al lado de tamaña aberración culinaria... después de harto trabajo y litros transpiración incluida pudo dar fin digno a su oponente y jurando que para la próxima se terminaba también las papas que acompañaban al mastodonte cocido...
Al lado, un señor de edad se devoraba el mismo plato más unas ensaladas, lo que nos lleva a pensar la importancia que tiene la experiencia ante desafío titánicos, considerando que no se arrugó al engullirse tranquilamente el plato... ante nuestra mirada atónita y admiración más profunda...
En resumen, bueno el lugar, salvo por la cantidad de gente que andaba, la comida sabrosa y contundente, a un precio normal para los lugares con algo de tradición, no para ir a comer todos los días (no hay estómago y bolsillo que aguante) pero si para su escapada mensual no está nada de mal...
Llegando al local, nos encontramos con un panorama bastante desalentador, debido a que habían filas de personas tratando de entrar, sin embargo, después de movernos sigilosamente a otros sectores del local, dimos con una familia a la que le hicimos guardia hasta que se fueron, asegurando la mesa para el total de comensales... mientras entretuvimos la vista viendo pasar a los mozos con jarrones de terremoto (trago en base a pipeño con helado de piña), perniles o arrollados con papas y las contundentes raciones de papas fritas o arroz... un paisaje alentador considerando el hambre que llevábamos...
Al sentarnos llegó el mozo a atendernos, que me miró con cara de espanto cuando pedí un "agua mineral sin gas" para beber, pensando "puta el cínico de !"#$%&/(...!", pero en fin, cuando almuerzo no bebo cosas con gas, y como además no bebo alcohol, cuesta que me crean a veces... siguiendo con nuestra orden aparecieron los terremotos, réplicas (vaso más chico del terremoto), plateadas con arroz y papas fritas (padre, confieso mi pecado) y el más grotesco de todos, el mítico "Pernil con papas cocidas", desafío abordado por mi compadre Racuna... sin saber a la bestia que había liberado...
Cuando llegaron los platos, de inmediato todos nos concentramos en el pernil, digno rival de Pedro Picapiedras, se veía imponente, mi compadre respiró profundo y se puso manos a la obra, mientras todos le dábamos ánimo, considerando que los nuestros parecían canapés al lado de tamaña aberración culinaria... después de harto trabajo y litros transpiración incluida pudo dar fin digno a su oponente y jurando que para la próxima se terminaba también las papas que acompañaban al mastodonte cocido...
Al lado, un señor de edad se devoraba el mismo plato más unas ensaladas, lo que nos lleva a pensar la importancia que tiene la experiencia ante desafío titánicos, considerando que no se arrugó al engullirse tranquilamente el plato... ante nuestra mirada atónita y admiración más profunda...
En resumen, bueno el lugar, salvo por la cantidad de gente que andaba, la comida sabrosa y contundente, a un precio normal para los lugares con algo de tradición, no para ir a comer todos los días (no hay estómago y bolsillo que aguante) pero si para su escapada mensual no está nada de mal...
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