...slave to the power of death

Hace un tiempo atrás, con el amigo Enrique Pastene estábamos conversando de la vida en el almuerzo y de pronto empezamos a hablar de música, donde trató de explicarme por que Pink Floyd es la más grande expresión artística del siglo XX y probablemente peleándole palmo a palmo la grandeza a Miguel Angel con su Capilla Sixtina o Leonardo con La Gioconda. Una de las cosas que me quedaron dando vueltas es una hipótesis que versaba sobre el momento en que las bandas o músicos alcanzan su sonido definitivo, ese que hace que uno escuche un riff o parte de una canción e inmediatamente identifique al artista sin cuestionamiento. Al terminar su postulado, inmediatamente dije: “Claro, es como el Powerslave de Iron Maiden” y es que si hay un disco que marcará el paso de la Doncella de Hierro por la tierra, ese es claramente el ‘Powerslave’, más allá que sea ‘Seventh Son Of A Seventh Son’ mi disco favorito de la banda.


Situándonos en la historia, la banda ya había grabado cuatro discos anteriormente, los dos primeros con Paul Di'Anno en las voces, dos con la maravillosa voz de Bruce Dickinson haciendo el debut en el micrófono y uno con Nicko McBrain tras los tambores. Entonces, el quinto disco de los británicos es una suerte de consolidación de una formación estable, después de una gira tremenda como el “World Piece Tour”, donde había que demostrar que “The Trooper” y “Flight Of Icarus” no fueron casualidades, sino el comienzo de una leyenda.

Grabado en las Bahamas tal como su antecesor ‘Piece Of Mind’ y editado el 03 de septiembre de 1984, el disco parte tirando toda la carne a la parrilla con la velocidad sin tregua de  “Aces High” dedicada a todos los pilotos que perdieron la vida en el Batalla de Inglaterra y que por momentos nos sienta en las cabinas de aquellos aviones míticos de la segunda guerra mundial, con un Nicko McBrain inspiradísimo tras los parches y un Dickinson pletórico en los coros, concebidos para el canto en estadio. Continúa con otro clásico indiscutible “2 Minutes To Midnight” toda una poesía antimilitar o antinuclear y que debe poseer uno de los riffs más reconocibles de los ingleses, “Losfer Words (Big 'Orra)” devuelve a los instrumentales a un disco de Maiden, prosiguiendo con dos piezas épicas de esas siempre presentes en el catálogo de los británicos: “Flash Of The Blade” que nos habla de espadachines de épocas pretéritas, con una introducción de guitarra clásica de la escuela Murray/Smith y “The Duellists” que nos cuenta sobre un enfrentamiento entre dos señores a punta de espada (basada en una película del mismo nombre). Ambas canciones quizás están influenciadas por la práctica de la esgrima de Bruce Dickinson, que comenzó por la misma época. “Back In the Village” está basado en una serie de televisión inglesa llamada "The Prisoner" al igual que la maravillosa pieza que aparece en 'The Number Of The Beast'.

Hago un párrafo aparte para las dos piezas que cierran el disco, la primera “Powerslave” nos lleva al antiguo Egipto (temática general del disco) y nos lleva a los cuestionamientos de un faraón el cual a pesar de creerse un Dios sabe que la muerte nos llega a todos. Para cerrar el disco, el maestro Steve Harris toma un poema escrito por Samuel Taylor Coleridge a finales del siglo XVIII y nos regala la grandiosa “Rime Of The Ancient Mariner”, el tema más largo de la banda durante 31 años y que no trata de otra cosa que no sea “lo que no debes hacer si un pájaro orina sobre ti” como Dickinson siempre la presenta en vivo.

La portada del disco nos presenta a Eddie como una estatua en el Egipto de los faraones, con las pirámides gigante de fondo y con una serie de graffitis con alusiones a Mickey Mouse o Indiana Jones. Otro trabajo legendario del gran Dereck Riggs, el que nos regaló los mejores Eddies de la historia.


Como si fuera poca la grandeza de este disco, la banda se embarcó en una gira mundial de más de un año de duración (donde llegaron a Sudamérica a inicios de 1985) y desde donde emergió el que, a opinión del redactor de este humilde espacio, es el mejor disco en vivo de la historia de la humanidad: ‘Live After Death”, es decir, cosecha redonda para que la hoy es la banda más grande del Heavy Metal mundial…


PD.- Según los planteamientos del amigo Pastene, Pink Floyd alcanzó su sonido en la canción “Echoes”, por lo que si quieren darle una vuelta a la banda, pueden partir por ahí.