...a hard week’s night

Lo vivido en Santiago la semana pasada a nivel de conciertos fue una conjunción que no vivía personalmente desde el 2013, cuando en la misma semana azotaron la capital del reino Alice In Chains, Black Sabbath y Iron Maiden (teloneados por Slayer y Ghost, una cosa poca), por lo que la expectativa era alta desde hace semanas.

Los fuegos los abrieron los suecos de Hammerfall y los alemanes de Helloween el martes 04 en el Arena Movistar, donde confluyó la primera banda internacional que vi en vivo allá por el 2003, por los que los acordes del medley de “Crimson Thunder” calaron fuerte en mi corazón y vaya que voz que mantiene Joacim Cans!. De la calabaza poco que comentar: un aplastante show de poco más de dos horas, donde los temas de su último disco se mezclaron bien con los clásicos y si bien esta es la primera vez que noto desgaste en la voz de Kiske, sigue siendo algo absolutamente maravilloso poder gozar de las tres épocas del grupo  en un mismo show y aún retumba en mi cabeza el zapateo infernal  de Dani Löble en “How Many Tears”, para mí el punto alto, de los muchos que pudo tener el setlist de una de las bandas que más he escuchado en mi vida!


Al día siguiente tocaba el turno de Guns N’ Roses, en un día caótico por un evento de presentación de danza árabe que tuvo la Caro, pero que se logró sortear bien y tras un susto por la sobrecapacidad de la cancha que me hizo transpirar, a las 21:00 en punto el bajo punzante de “It’s So Easy” abrió los fuegos para tres horas del más representativo grupo de Los Ángeles #IMHO. Uno tras otro fueron pasando los clásicos y el Valdés versión 1996 que estaba en cancha (porque GNR representa ese amor visceral por el rock desde la juventud) no tuvo piedad del cuarentón que tenía que habitar ese cuerpo tras los últimos acordes de “Paradise City” (mi canción favorita de toda la vida entera). Un show redondo que tenemos que verlo con la perspectiva de que los enfermos mentales que asolaron las carreteras hasta 1992 jamás volverán, pero que esta versión del grupo ha ido agarrando forma y se escuchó a un Axl Rose mucho más controlado con su garganta, mejorando la performance del conjunto.


Para cerrar la semana un show más de caballeros de la mano de Porcupine Tree, una de las bandas más aplaudidas de la escena progresiva actual desplegó su maestría en otra paliza de tres horas en el Arena Movistar, en una demostración tremenda de cómo amplificar ese lugar que siempre tiene alguna pifia. En un setlist de 21 temas los ingleses hicieron unos de los mejores conciertos que he tenido la suerte de apreciar, sin ser tan conocedor del grupo. Puntos altos fueron “Blackest Eyes”, “Fear Of A Blank Planet” y la monumental “Anesthetize”, aunque para mí el talento de Gavin Harrison tras los tambores fue lo más destacado, tanto así que tengo las entradas para el show de The Pinneaple Thief listas para marzo.


Para cerrar un punto de reflexión: a poco más de un mes de haber alcanzado los 42 años me siento cansado muchas veces y esta semana fue una muestra de ello: el jovenzuelo del 2013 quedó atrás y es hora de buscar más plateas numeradas que canchas 🤣🤣🤣.