...no surrender!

Lo vivido el dos de noviembre de 2018 en el Arena Movistar quedará claramente dentro de los registros de los buenos conciertos en nuestra querida larga y angosta franja de tierra: la contundencia sonora del show de Alice In Chains fue apabullante, mientras que para Judas Priest me quedó una sensación: admiración. Este pequeño resumen se centra en solo dos bandas, ya que por razones de tiempo no alcance a ver a los Black Star Riders y menos a los expositores del metal nacional, aunque mientras hacía la fila algo de Criminal reconocí a lo lejos, será para la otra!


Alice In Chains comenzó su show con precisión inglesa a las 19:15 dejando caer el monolítico riff de “Check My Brain” dejándonos con la boca abierta por la buena calidad del sonido. Uno a uno fueron entrando clásicos de la era Staley y de la era DuVall, así se sucedieron “Again”, la maravillosa “Never Fade” de su última placa, “Them Bones”, “Hollow”, “Heaven Beside You”, “Stone”, “Man In The Box”, “The One You Know”, cerrando con “Would?” y “Rooster”. El sonido que lograron expulsar de los amplificadores, la inteligencia para mezclar un setlist lleno de clásicos de los noventa con temas de la nueva era, la sobriedad de la puesta en escena y las figuras míticas de Cantrell, Kinney, Inez y ¿por qué no DuVall? hicieron del show de los oriundos de Seattle algo único. Soy un firme convencido que la resilencia mostrada por Cantrell les abre paso dentro de las bandas clásicas, si bien popularmente Pearl Jam mantiene el estandarte del grunge de manera masiva, son Alice In Chains los que me generan mejores sensaciones en cada uno de sus últimos 3 discos… opinión extremadamente personal claramente.


Después de una hora de espera mientras se montaba el escenario, todo estaba listo para el show del acero británico, por lo que vuelvo al tema de la admiración hacia Judas Priest. Despachar un show de 90 minutos que deje a todos contentos es difícil, mezclar temas del disco nuevo con clásicos de más de 40 años, peor, y por la miércale que los lograron bien! Uno tras otro fueron cayendo los clásicos como “Running Wild”, “The Ripper”, “Grinder”, mezclados con los mejor de ‘Firepower’ (que es un gran disco dicho sea de paso, me atrevería a decir que mi favorito de 2018...) como “Lightning Strike”, “No Surrender” y “Rising From Ruins”. La potencia de las guitarras estuvo precisa, el motor detrás de esa batería como es Scott Travis me dejó sin palabras (cuando hizo el amague de arrancar “Painkiller” yo ya estaba arriba de la silla para “dejarlo todo") y el maestro de ceremonias Rob Halford muy preciso: como se las arregla el veterano frontman para llegar a los tonos altos y mantener al respetable encendido todo el tiempo. Para el cierre tres batazos: “The Hellion / Electric Eye”, “Breaking The Law” y “Living After Midnight”, donde quedé con la garganta en la mano de tanto cantar. Al cerrar el show apareció en el telón la promesa de que Judas Priest vuelve: si lo hacen en estas condiciones que vuelvan las veces que quieran.


Un punto negativo fueron los pésimos accesos a eso de las 18:45. Los platos fuertes estaban por empezar y las filas de accesos (en un solo punto) eran enormes, menos mal que a alguien se le ocurrió abrir el acceso sur y después de un trote acelerado logramos tomar una fila más corta.

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